Se habla del uso moderado y respetuoso, básicamente acullico para trabajo, curación de algunos males (funciona para problemas estomacales de indigestión, estimula el sistema nervioso para combatir el sueño de los viajeros y trabajadores nocturnos, etc., hasta hoy) y uso para ritos en espacios y tiempos especiales.
No obstante, de un tiempo a esta parte esta hoja ha sido vulnerada, degenerada y prostituida por el hombre. Además dicho sea de paso, que la hoja de coca en sentido milenario sólo existió en yungas de La Paz y Bandiola de Cochabamba en el caso boliviano; el resto de las plantaciones tanto en lugares señalados como en el resto del país, son totalmente artificiales, plantadas por la mano del hombre con objetivos principales de negocios turbios.
Pero, el epicentro más degenerado de la hoja de coca es el trópico de Cochabamba, donde los cocaleros producen directamente para el narcotráfico, es decir la cocaína. Una cosa sagrada no se puede pisar como lo hacen hoy en casi todos los eventos sindicales, echan como alfombra verde y por encima pasan altas autoridades sindicales e invitados especiales (no sé con qué motivo) pero lo más repugnante es lo que pisan para la extracción de la cocaína.
En estas condiciones no se puede seguir hablando de coca sagrada, pues ha perdido ese valor por la mano y obra de los mismos productores del arbusto, que hoy no tienen ética ni moral para seguir sustentando dichos criterios.
Hasta el propio acullico se ha degenerado. En los tiempos sanos de la hoja de coca, se acullicaba coca pura, luego se llegó a usa el cactus (sitiquira en quechua) para condimentar; hoy se usa ceniza de cualquier cosa, llegando al extremo de usar el bicarbonato de sodio, que es completamente destructivo de las papilas gustativas, las encías y los dientes.
De acuerdo a algunos informes confidenciales de algunas enfermeras, de los distintos centros médicos de Cochabamba, la mayoría de los acullicadores, hombres y mujeres, especialmente provenientes del trópico de Cochabamba, tienen heridas extrañas y ampollas en sus encías, la lengua(no siempre visibles) y el desgaste agudo de los dientes. Observen ustedes a todos los acullicadores expertos, sus dientes son pequeños, o se van empequeñeciendo rápidamente (si hacen seguimiento), incluso en personas relativamente jóvenes.
Hoy se sigue insistiendo en ampliar los cultivos de la hoja de coca, ¿para qué?, solo para acullico o ritos no es creíble; resulta que año que pasa los acullicadores van en descenso por numerosos factores, principalmente por el papel generacional. Los hijos ya no piensan ni practican como el papá y menos como el abuelo, por gravedad el tiempo va borrando ciertas costumbres independientemente si son buenas o malas. Además, en la práctica está probado que el trabajo manual (por lo menos en el campo) el rendimiento de los acullicadores y de los que no acullican es exactamente igual; la posibilidad de mejor rendimiento no está de quien acullica más, sino de quien se alimenta en su momento.

En definitiva, desde la óptica de la dialéctica, “todo aparece y perece, nada es eterno, sólo la metería y el movimiento” (Constantino, p.72 materialismo histórico y dialéctico). La hoja de coca de hace mil años ya no es la hoja de coca de hoy, el suelo donde plantaba el mencionado arbusto hace 500 años, ya no es el mismo suelo, los hombre y mujeres que daban uso sano, respetuoso, sagrado, dedicado a sus divinidades y cultos, que merecía casi un absoluto respeto, hoy ya no son esos hombres y mujeres, son otros, con intenciones mercantiles, y todos los vicios del memento. En conclusión la hoja de coca ya no es sagrada, se ha convertido en un negocio ilícito.
Mr. Alejandro Veliz Lazo
Alejo-s-21@hotmail.com
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