Si partimos desde los procesos
evolutivos, sobre todo desde la teoría de big-bang (que es lo más aceptado y
recomendado entre los astrofísicos, cosmólogos
y astrónomos) sobre el origen del planeta tierra y del hombre, nos
daremos cuenta de que todo es circunstancial. No hay verdades eternas y no hay
cosas terminadas y absolutas.
Haciendo un corte en la historia, el
hombre como homo sapiens, con inteligencia por tanto, con capacidad de pensar,
se estima que tiene apenas aproximadamente 150mil años (Ander Egg, Ezequiel, Acerca
del Conocimiento y el Pensar Científico, pg.247). Ha venido descubriendo entre
otras cosas, las virtudes del fuego, del cuchillo de piedra, de la hacha, de la
flecha, etc. Parece que (de acuerdo a algunas investigaciones), el tránsito de
comer carne cruda a carne cocida, ha sido un paso gigantesco para el desarrollo
del cerebro, y por tanto de la inteligencia y su dinámica posterior.
Todo lo mencionado era cultura, productos humanos, tan
elementales, tan vitales, tan necesarios, tan imprescindibles en ese momento,
pero, todo ha pasado. Posteriormente, muchos miles de años más adelante
encontramos, sociedades más desarrolladas y organizadas, tal el caso de los
mayas, los aztecas, los pukina, los incas, etc, con prácticas más o menos
similares.
Entre algunos de sus hechos más significativos y sagrados en
ese momento fue por ejemplo el sacrificio de vidas humanas entre niños, adultos
y mujeres doncellas, ante el eclipse del
padre sol, la madre luna, las montañas imponentes, por las lluvias o por la mejor producción. Colocaban el
cuerpo humano vivo sobre una piedra larga y plana; luego de unos rituales
especiales con gritos de felicidad y augurios, sacaban el corazón del o la
sacrificada con una rapidez increíble, que él o la sacrificada aun veía latiendo
su órgano fuera de ella; la poligamia era una norma completamente
natural en estos pueblos. Todo fue parte de su cultura, pero, se acabó.
Hasta a mediados del siglo XX, ya en la
era de la modernidad, era normal el azote al raptor y la raptada de parte de la
abuela o abuelo. Tenían que entrar a la casa de la mujer, el raptor y la
raptada (acompañados con los papas y
abuelos del primero) de rodillas des de aproximadamente 50metros de distancia,
para pedirse perdón ante los papas y abuelos de la raptada. La abuela propinaba
chicotazos primero por haber violado el
equilibrio de la familia, y segundo, en
señal de estabilidad para toda la vida del nuevo núcleo familiar.
Todavía era obligatorio la mañaqa a la
mujer, (hablando de los valles de Cochabamba); era un requisito imprescindible,
para comenzar, llevar a la casa de la raptada
una canasta grande lleno de entre otras cosas: rosquetes, panes, empanadas con
queso, empanadas con lacayote, frutas, serqe de zapallo, maní, dulces,
confites, refrescos, bebidas alcohólicas, etc., etc.; esta práctica cultural,
ha desaparecido en el lugar mencionado, siguiendo la misma ruta en algunos
lugares que sobreviven en el resto del país.
Siguiendo la ruta del valle cochabambino,
hasta hace 40 años atrás la vigencia y práctica laboral agrícola fue plena con
el uso de las yuntas en el arado y cultivo de las tierras (previa koada, sobre
todo en la siembra de papa); hoy han sido
reemplazados por el tractor. Hasta
hace 30 años atrás reinaba en el cultivo de la papa runa de flor morada, que
tenía la virtud de aguantar aproximadamente un año sin sufrir agusanamiento o la
auto putrefacción, por tanto útil para
la alimentación o para la próxima siembra; ahora ha sido reemplazadas por la
runa roja que produce mas pero dura menos, y prácticamente ya no es útil para
la próxima siembra. Algunas papa hoy producen sin pasar ya por el proceso de
floración, pues, hay transformaciones significativas.
El hombre en su dinámica diaria se
transforma; es un ser social vitalmente inquieto, que construye y reconstruye
su entorno; todo apelando a su inteligencia. Sólo el hornero, los loros u otros
animales no se transforman con esa intensidad, siguen haciendo sus casitas tan
iguales como hace 100mil años atrás o más, ¿por qué?, porque no tienen
capacidad de pensar, de interactuar, de investigar, de descubrir, de innovar.
Tristemente, existen todavía
personas, incluso ocupando cargos de autoridad, pensando
tontamente, que el futuro está en el pasado. Efectivamente existieron
civilizaciones florecientes en el pasado, es posible se alimentaban de productos más nutritivos, tenían agua más
limpia, adoraban a los ríos, a las montañas, a los uywiri tallas, uywiri
mallcus, caían de rodillas cada mañana ante la salida del sol; en cada luna
llena festejaban y hacían fogatas bailando alrededor, pero, eran otros tiempos,
eran otras civilizaciones, (muy respetables por cierto) eran otros hombres y
mujeres. ¿Era pertinente entonces que hagan todas esas prácticas? sí, porque vivían
momentos completamente diferentes, el contexto social-religioso era eso, exigía
esa práctica, el nivel de pensamiento, el nivel de cultura era eso, por tanto
coherente.
El hombre del siglo XXI, en medio de
motos, autos, aviones, celulares, computadoras, el internet, etc, etc, de la
mano con la ciencia y la tecnología, en la era comunicacional y la cibernética es
absolutamente diferente, en lo psicológico, sociológico, en lo cognitivo, en lo
cultural, etc., con cambios impresionantes de un momento a otro. Con razón
Ezequiel Ander Egg decía que seguimos haciéndonos, nada está terminado, con
relación a los vertiginosos cambios que
se están produciendo en el mundo. En definitiva, la cultura de cualquier etnia
o grupo humano y en cualquier rincón del mundo no es eterna (independientemente
si es malo o bueno), es completamente dinámica, transformable y perfectible;
esto nos enseña que la historia del hombre no va atrás, ni es posible, sino adelante y junto con ella la cultura en perenne
transformación.
Mgr. Alejandro
Veliz Lazo
alejo-s-21@hotmail.com
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